Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1888-1889 (Cortes de 1886 a 1890)
Sesión: 15 de marzo de 1889
Cámara: Congreso de los diputados
Discurso / Réplica: Réplica al Sr. Silvela
Número y páginas del Diario de Sesiones: 70, 1890-1891
Tema: Servicio postal interinsular entre las Carolinas y las Filipinas

Señores Diputados, no pensaba tomar parte en este debate; pero las últimas palabras del Sr. Silvela parecen revelar un deseo tal de que yo diga algunas al Congreso en contestación a las apreciaciones de S.S. que yo no puedo menos de darle gusto a S.S., diciéndole por de pronto que creo todo lo contrario de lo que S.S. cree respecto de mí.

Su señoría me juzga hoy más débil que hace tres años; pues yo me considero mucho más fuerte que hace tres años. Su señoría cree que el Gobierno actual es más débil que los Gobiernos anteriores: pues yo creo que el Gobierno actual, no porque sea mejor que los anteriores, sino porque esto es obra del tiempo, tiene más medios para gobernar que los anteriores. Su señoría cree que es hoy más débil el partido liberal que lo era hace tres años: pues yo creo que el partido liberal es mucho más fuerte que era hace tres años y que lo era hace uno o dos, porque el partido liberal, que tenía formulado su programa como lo tiene hoy, era para algunos dudoso que pudiera realizarlo tal y como lo presentó a la muerte del Rey Don Alfonso XII. Por lo menos, no se podrá negar que el partido llevaba entonces en su seno ese germen de debilidad; me refiero al temor que por alguien pudiera abrigarse de que pudiera llegar al fin su jornada tan unido como al principio. Pues hemos llegado al fin de la jornada; hemos recorrido el largo camino de la realización de nuestro programa político, y hoy el partido liberal está más completo y más unido que lo estuvo en un principio. Y lo mismo ocurre con el programa administrativo y con el económico, y hasta con el militar. De manera que, hoy por hoy, no hay ningún peligro de desunión dentro del partido liberal. Claro está que cuando estaban pendientes todos estos problemas, cabía por lo menos el temor del peligro de que no se llegaría a una inteligencia tan completa, tan absoluta, como la inteligencia a que hemos llegado en todos los problemas que constituyen la gobernación del Estado. ¿Le parece al Sr. Silvela poca esa fuerza? Pues a mí me parece mucha; y dudo mucho que el partido liberal-conservador, disminuido como está, no quiero decir debilitado, porque yo le doy al partido conservador toda la fuerza que sus afiliados quieran darle; dudo, digo, que después de haber realizado por completo su programa político, económico y administrativo, conservara el partido conservador tanta unidad como hoy conserva el partido liberal en la extensión vastísima de sus elementos para la resolución de todas las cuestiones de la gobernación del Estado, y tanta fuerza para extirpar la inmoralidad, ya que de esto se trata.

Por lo demás, el partido liberal, desde los primeros momentos, ha venido procurando extirpar la inmoralidad, y ante las difamaciones que en la opinión cunden diariamente, y que llegan hasta el Congreso, respecto a la moralidad de la gestión administrativa, yo voy a hacer una afirmación. Cuando se discuta esto, si oportunamente llega la ocasión, bajo cualquier concepto, yo probaré que actualmente hay mayor moralidad que nunca en la administración pública. Lo que hay hoy es otra cosa: es un sentimiento más delicado sobre esto; lo que hay es que a los españoles y a la opinión pública no les preocupa hoy la cuestión política, porque en la cuestión política la opinión pública se considera vencedora, porque nada tiene ya que reclamar, porque todo lo tiene en su poder; y cuando los ciudadanos no se ocupan de la cuestión política, ¡ah! entonces se ocupan de la administración; y esto es lo que pasa hoy: que se ocupan más de la administración; que es más censurable a los ojos de la opinión pública cualquier defecto en la administración, y que en este sentido, la cosa más insignificante mete hoy mucho más ruido que metían las cosas más grandes y estupendas que pasaban en otras épocas. Pero lo que le pasa a la opinión pública le pasa al Gobierno, y no digo a éste, sino a todos los Gobiernos; porque cuando los Gobiernos no están preocupados por las cuestiones políticas, se dedican con más asiduidad y más afán a las cuestiones administrativas y económicas, que en último término, éstas son, a mi juicio, las cuestiones que van a absorber todo el interés y las que van a dividir a los partidos en este país, como los dividen en otros.

Pero es singular la manía del Sr. Silvela: la verdadera panacea para los males del partido conservador cree S.S. que está en las palabras pronunciadas por el Sr. Moret; así es que les tiene tanto cariño, funda en ellas tantas esperanzas, que las lleva siempre metidas en el bolsillo, porque cree que esas frases son el amuleto que van a hacer salir al partido conservador de la situación en que se encuentra. Pues no hay tal cosa; es un talismán sin efecto, créalo S.S.

Los procedimientos del partido conservador, la conducta del partido conservador, y otros medios a que puede apelar en bien de las instituciones y del país, ayudando a los Gobiernos, aunque no sean de ese partido, en cuanto al patriotismo se lo aconseje, eso podrá ser un amuleto para el partido conservador; pero las palabras del Sr. Moret, ¡ah! yo aconsejo a S.S. que se las arranque del bolsillo y las arroje a la chimenea. [1890]

Porque, después de todo, ¿qué significan, ni cuál es el sentido de las palabras del Sr. Moret? Ya lo he dicho en otra ocasión: se trataba de una crítica que hacía el partido conservador, sobre si el liberal había extirpado o no la inmoralidad que existía en la administración pública, y discutiendo sobre esto decía el Sr. Moret una cosa natural: "Pero, señores conservadores (Rumores en la minoría conservadora. -Un señor Diputado: ¡Si esas palabras no se nos dirigían a nosotros!), si esa inmoralidad no es de ahora; si viene de mucho tiempo atrás; si en tiempos tranquilos y bonancibles y serenos no la pudisteis extirpar? (Continúan los rumores en los bancos de la minoría conservadora. -Varios Sres. Diputados: No era lo mismo; no fue así).

Ése era el sentido de aquellas palabras, y lo mismo da que se dirigieran al partido conservador que a cualquier otro; pero como el conservador es el único que se ha guardado el papelillo, por eso me dirijo a él. (Risas). Y decía el Sr. Moret lo que era natural: "Si vosotros en tiempos bonancibles y serenos, cuando la opinión pública os ayudaba y todos los partidos os prestaban también su apoyo, no la pudisteis corregir, ¿por qué exigís que nosotros, en tan poco tiempo, en circunstancias de peligro, y cuando tenemos que atender a otras necesidades más apremiantes, resolvamos problemas que no habéis podido resolver?" Éste era el espíritu y el sentido, repito, de las palabras del Sr. Moret.

Por lo demás, si no hubiera salido de los labios del Sr. Silvela, a quien yo respeto mucho, porque de antiguo le tengo estimación, y hasta le admiro por su talento y por su agudeza, yo comentaría de cierta manera la definición que ha dado de los Gobiernos fuertes y de los Gobiernos débiles; pero le repito a S.S. que no quiero molestarle. Sólo debo decirle que yo creo que S.S., para atribuir debilidad al partido liberal, se acuerda de aquellas enfermedades del partido conservador, y achaca al partido liberal dificultades que no tiene, y que en cambio tuvo el partido conservador.

No sé si el Sr. Silvela se acuerda ¿cómo no se ha de acordar, si le afectaban mucho? de aquellos grupos llamados del clavel, de aquellas transacciones que el partido conservador tuvo que hacer, y de aquellos medios de que tuvo que valerse para aplacar a los amigos que se desviaban, y a quienes en efecto aplacó, como suelen dominarse las tempestades políticas, sobre todo cuando vienen de personalidades: por medio de credenciales. De manera que eso de que no se pueda nombrar un Subsecretario sin que venga una crisis, lo dirá S.S. porque recuerde lo que pasaba en tiempo de los conservadores; porque hasta ahora, en el partido liberal no ha habido crisis alguna por el nombramiento de ningún Subsecretario. (El Sr. Cánovas del Castillo: Nosotros habríamos nombrado Subsecretario al Sr. Pacheco).

Por lo demás, S.S. llama débil a un Gobierno que ha realizado las reformas más graves que pueda haber realizado ningún Gobierno anterior, sin recordar que el partido conservador, a pesar de su fortaleza, no pudo ni siquiera hacer en seis años una ley de instrucción pública. Por eso el partido liberal está muy conforme con su debilidad, y cede al partido conservador toda la fortaleza que quiera; pero cuidado con la fortaleza, porque muchas veces la fortaleza excesiva produce congestiones. Al fin y al cabo, con esta debilidad que S.S. nos supone, nosotros vamos marchando con moderación, pero realizando todo aquello que el partido liberal ha prometido al país, que es todo lo más que puede pedirse a un Gobierno y a un partido.

Cuando el Gobierno haya cumplido todo su programa, podrá decir S.S. que son débiles este Gobierno y este partido; pero los hechos demostrarán que han sido el Gobierno y el partido más fuertes que ha habido en España de mucho tiempo a esta parte. [1891]



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